martes, 2 de febrero de 2016

NACIONAL 1977 - LA GRAN FINAL : CAMPEON

HISTORICA FINAL !!!
La formación inicial del rojo que se consagraría en Cordoba. Parados: R. Galván, Rigante, Pérez, Pagnanini, Villaverde y Trossero. Hincados: Magallanes, Larrosa, Outes, Bochini y Brítez.


El grito sagrado de Campeón del Bocha. El maestro hizo posible el milagro.
Independiente debía superar un escollo muy dura en la final del Nacional de 1977. Enfrente se encontraba Talleres de Cordoba, un equipazo que venia año tras año cumpliendo con muy buenas actuaciones en los certamenes de primera y ya se veia venir el tan ansiado titulo cordobes.

Luego de 14 partidos, y postergando las ilusiones de Racing, River y Vélez, los albiazules ganaron el Grupo “C” con 20 puntos sobre 28 en juego. Eso les permitió enfrentar a NOB en la semifinal, y pese a empatar como locales en el partido de ida, el sorpresivo 1 a 0 logrado en Rosario los depositó por primera (y única) vez en una final de Primera División.

¿Qué había del otro lado? Allí estaba un Independiente sediento de cortar una racha negativa. Es que luego de ganar los Metropolitanos de 1970 y 1971, el “Rojo” -que había necesitado de tiempo suplementario para eliminar a Estudiantes- casi ni había vuelto a oler un título local, aunque justo es decir que eso se debió más de una vez a concentrar esfuerzos en ganar las cuatro Libertadores al hilo entre 1972 y 1975.

De hecho, el CAI venía de ser subcampeón del River de Labruna en el Metro ´77 (el torneo más largo de la historia, con 46 fechas), en lo que fue su mejor tarea en Argentina desde el ´72 hasta ese momento. Con un plantel renovado casi en su totalidad respecto al de las grandes conquistas a nivel americano, José Omar Pastoriza iba en busca de su primera corona como entrenador.

El “Pato” se había retirado poco tiempo antes de la práctica activa en el fútbol francés, y Julio Grondona -desde diciembre de 1976 presidente del club de Avellaneda- decidió encomendarle a quien ganara el Nacional de 1967 y los mencionados Metropolitanos (más la Libertadores ´72) vestido de rojo, la misión de repetir pero ahora desde el banco de suplentes.

Un dato que no debe pasarse por alto, es que en esos tiempos de poderes de facto en nuestro país, era hombre fuerte en Córdoba el tristemente célebre Luciano Benjamín Menéndez, quien estaba más que interesado en que de la “Docta” saliera el nuevo campeón. Asimismo, Amadeo Nuccetelli -presidente de la “T”, quien en 1974 había agarrado un club en ruinas y lo había llevado a lo más alto- tenía aspiraciones de llegar a la presidencia de la AFA, por lo que un título de su club lo hubiera casi catapultado a un sillón que en aquellos tiempos cambiaba de dueño muy seguido.

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Partido de Ida

21/01/1978 en Avellaneda: Independiente 1 (Enzo Trossero (p)), Talleres de Córdoba 1 (Ricardo Cherini (p))




El primer partido se jugó el sábado 21 de enero en la vieja “Doble Visera”. Algo inesperadamente, Independiente no pudo hacer pesar la localía y el partido terminó empatado 1 a 1, en un encuentro en el que el dueño de casa terminó agradeciendo haber rescatado al menos un punto. 

Con ese resultado, en Córdoba los futboleros más osados empezaron a festejar a cuenta, soñando despiertos con la posibilidad de que un representante de la provincia inscribiera su nombre en la historia. Y ni hablar si se trataba particularmente de furiosos hinchas de la “T”, quienes comenzaron a pintar desde árboles hasta autos con los colores azul y blanco. 


Aunque, así como en la semi ante la “Lepra” a Talleres le había venido bárbaro ser “punto” y definir afuera, cabía preguntarse como responderían sus jugadores ante la presión de pasar a ser “banca”, y tener que cerrar la serie en su pequeño estadio del Barrio Jardín. Sin embargo, pocos se planteaban esto, y por ende el triunfalismo empezaba a ganar terreno en la tierra del cuarteto y el ferné. 


Además, no debe perderse de vista que los hinchas de todos los clubes -lógicamente- harían fuerza por el más débil, por aquel que nunca antes había ganado nada. Los jugadores y el cuerpo técnico del CAI sabían que esa noche del 25 de enero de 1978 iban a ser ellos contra el mundo, pero lo que nunca imaginaron fue que hasta el árbitro del encuentro iba a ser un tanto parcial…


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Partido de Vuelta

25/01/1978 en Córdoba: Talleres de Córdoba 2 (Ricardo Cherini (p) y Ángel Bocanelli), Independiente 2 (Norberto Outes y Ricardo Bochini)
Nota: Independiente se consagró campeón por la regla de los goles como visitante.

Si se tiene en cuenta que se vendieron más de 19.000 entradas (declaradas), hay que imaginarse cuántos más habrán entrado sin registrarse en el pequeño reducto de los albiazules, que en aquel tiempo podía albergar hasta 25.000 espectadores. La “Boutique” estaba a tope como nunca antes y nunca después en su historia -cabe recordar que el estadio mundialista se comenzó a usar por parte de los clubes cordobeses después de julio del ´78-, esperando la consagración de los locales, que eran amplia mayoría en aquella oportunidad. 

Antes de hablar del partido en sí, cabe destacar algo. El “Tallarín” jugaría la final con varios hombres que venían siendo parte de su equipo base desde aquella primera incursión exitosa del ´74; de hecho, los laterales eran Eduardo “Cara de muerto” Astudillo y Victorio Ocaño, uno de los centrales era Luis Galván, en el medio era patrón Luis “Hacha” Ludueña y en ataque estaban Humberto Bravo y Ángel Bocanelli.

Pero ese equipo también lo integraban tipos como José Daniel Valencia (uno de los más grandes talentos de la década del ´70) y José “Pepona” Reinaldi, emblema del fobal cordobés, quien en 1975 se había dado el gran gusto de salir campeón con el “Millonario”. 

Galván y Valencia integrarían el plantel argentino campeón en el Mundial ´78 (el zaguero hizo en ese torneo dupla titular con DAP), mientras que Bravo sería, junto a un tal Diego Maradona y “Lito” Bottaniz, uno de los tres que se quedó afuera de la lista de César Luis Menotti en el corte final. 


El gran equipo de Talleres posando para la gran cantidad de fotografos. Todos estaban con la T.

La definición era sencilla. En caso de ganar el local era campeón y si empataban sin goles, también la “T” se coronaba. Si el duelo terminaba 1 a 1 como el de ida, habría alargue y (llegado el caso) penales, mientras que el CAI para dar la vuelta necesitaba -obviamente- ganar o empatar en 2 o más goles, dado que corría la regla de “gol de visitante vale doble”. 

En aquella final televisada en directo para Córdoba y zonas aledañas pero en diferido al resto del país, y pese a que EL candidato era el local, a la media hora de juego un cabezazo de Norberto “Madera” Outes silenció al estadio, luego de ir a parar al fondo del arco defendido por Rubén Guibaudo. El primer tiempo terminó 1 a 0 para el “Rojo”, pero todavía faltaba mucho… el segundo tiempo, en gran medida gracias a algunos jugadores pero más aún por culpa del juez, quedaría en la historia grande del fútbol argentino. 



Madera Outes grita con todo el primer gol rojo.

Cumplido el primer cuarto de hora del complemento empezó el show de Roberto Barreiro, que de él estamos hablando. El pito sancionó un polémico penal para Talleres -un centro a la carrera desde la izquierda pareció dar en el pecho de Rubén Pagnanini, pero bue-, el cual fue convertido por Ricardo Cherini pese a la buena estirada de Roberto Rigante. Envalentonado, el local fue por más y casi 10 minutos después llegó al segundo gol, ese que marcó un antes y un después en esta historia.

Vino un corner desde la derecha del ataque cordobés y Bocanelli saltó, pero en el tumulto, en vez de darle con la testa el atacante metió un manotazo alevoso y la pelota fue al fondo de la red, ante la desesperación de los jugadores del “Diablo”. 
Tremendo manotazo de Bocanelli para poner a Talleres arriba por dos a uno.

Fue allí que todos se le fueron encima al referee, quien frenaba como podía las lógicas protestas. “Lo que usted cobra es una vergüenza. Tengo dos hijos, écheme… écheme por favor que tengo una familia. ¿Por qué no me echa?”, ese fue el pedido-ruego del volante central Rubén Galván, surgido de las inferiores y único sobreviviente del título local del ´71. Cuando Barreiro le mostró la roja al “Negro”, fue el turno de su compañero en el mediocampo y en el plantel mundialista que poco después se consagraría campeón del mundo, Omar Larrosa, quien le espetó: “Esto es una usurpación. ¿Por qué no me echa a mí también?”; acto seguido, uno de los titulares del recordado Huracán del ´73 tuvo que seguir el camino de las duchas. 

Completamente desencajado, el temperamental Enzo Trossero estuvo a un paso de la agresión física (lo que le costaría una larga suspensión de 20 fechas en el torneo siguiente) y también fue expulsado. Ante ello, y mientras se iba del campo haciendo el típico gesto de poner el puño sobre la palma de la otra mano, el zaguero gritaba “Ladrones, así, así salen campeones”. 
Trossero gritandole ladrones, entre otras cosas al arbitro Bareiro.


Los restantes 8 jugadores querían abandonar la cancha, pero hubo alguien que en todo momento mantuvo la calma y que sería vital para devolverle la fe a los suyos: Pastoriza. Lejos de querer boxear al árbitro, el técnico tranquilizó a los suyos, les pidió que siguieran jugando y les dijo “Sean hombres, quédense que lo ganamos”. 


El Bocha quería irse al igual que los demas jugadores, pero el Pato los condujo hacia la gloria eterna.

“Qué carajo lo vamos a ganar”, confesó haber pensado en ese entonces un tal Ricardo Bochini, uno de los que nada quería saber con quedarse en cancha. El bueno de Enrique había debutado en 1972, y si bien ya sabía lo que era ser campeón (y había sido por ejemplo el autor de un gol que valió una Intercontinental), no veía la hora de coronarse a nivel local, quería sacarse esa espina. Tan caliente estaba el “Bocha” en la noche de su cumpleaños número 24, que cuando varios minutos después se reanudó el juego, luego de perder una pelota en mitad de cancha le metió una terrible murra al lateral izquierdo Ocaño. 

Pero Barreiro, vaya uno a saber por qué compensación que le dicen, no se animó a echar al “10”. El polémico gol de Bocanelli había sido a los 25 minutos de ese segundo tiempo… con el estadio hecho una caldera, tres tipos menos y poco más de un cuarto de hora por jugar, la historia para Independiente parecía terminada. 


Magallanes pelea por los aires. Luego sería reemplazado por Bertoni, un cambio clave de Pastoriza.
Entonces algo sucedió. Mientras ese pichón de crack llamado Hugo Villaverde le decía a los dos laterales -el mencionado Pagnanini, también mundialista como y Osvaldo “Japonés” Pérez- que se fueran bien arriba porque él se la podía bancar solito, perdido por perdido Pastoriza encontraría la solución del problema en el banco. ¿Qué hizo el rosarino? Sacó a los dos wines (César Brítez y Pedro Remigio Magallanes) e introdujo a un talentoso como Mariano Biondi y a Daniel Bertoni, un punta con bastante potencia, pero también mucha habilidad. 


Algunos se preguntarán qué carajo hacía un baluarte como Bertoni -quien esa noche encaraba su último partido en el club, ya que después quedaría concentrado con la selección y luego del mundial partiría a Sevilla- en el banco si se trataba de una final. Resulta que la “Chancha” estaba recién recuperado de un desgarro, y habían tratado de no utilizarlo salvo en un caso de extrema necesidad. Y vaya que este lo era.

Entonces, Bochini se asoció a su compadre Bertoni y a Biondi, para ver si alguna pelota le llegaba al goleador Outes -una especie de MP setentoso, salvando las distancias-; sin embargo, serían aquellos tres quienes lograrían elaborar uno de los goles más gritados en la larga historia del “Rojo”. Pero quien mejor que el autor del gol para narrar la jugada: “Pagnanini me dejó la pelota en el medio de la cancha. Gambeteé a uno, se la toqué a Bertoni, que se la dio a Biondi. Cuando salió Guibaudo, ahí Biondi hizo una gambeta larga para sí mismo, levantó la cabeza, me vio y me la tiró”. ¿Cómo se definió la historia? Que lo cuente el propio Bochini: “Yo venía a la carrera y, como había dos jugadores de ellos tapando el arco, le pegué bien arriba. Entró ahí nomás, apenas debajo del travesaño”. 


Biondi amaga a patear y el Bocha se relame.

Bochini se adelanta a Bertoni y la impacta de zurda.
La pelota viaja con destino de gol y grito de Campeon. El mago lo hizo de nuevo.


Se habían consumido varios minutos desde el segundo tanto local y apenas quedaban 7 en el reloj, cuando llegó la hazaña o según como quieran verlo, la monumental pecheada cordobesa. Instantáneamente, después del gol del “Bocha” (ese que valía “doble” para el reglamento) se desató el festejo de la minoría presente en la cancha y a la vez, se instaló un sepulcral silencio en los sectores ocupados por los hinchas locales.

Cegado por la impotencia, Talleres fue y fue contra el arco del “Flaco” Rigante, mientras que desde el banco, su técnico Saporiti -uno de los ayudantes de Menotti en el título del ´78- no podía creer como se le estaba escapando la gloria a su equipo. Los pocos jugadores del “Rojo” que estaban en cancha trataban de defenderse con la pelota, aguantaron algún que otro ataque local, y terminaron explotando con el pitazo final de Barreiro. 


El abrazo del alma entre el Pato y el Bocha.


Euforia y alegria en Pastoriza junto a los expulsados Trossero y Larrosa.
Toda la bronca de los jugadores transformada en inmensa alegria.


Mientras algunos cordobeses aplauden y otros aún no salen de su asombro, los 
jugadores visitantes (en la imagen se ve a Rigante, Pagnanini, Pérez y Villaverde) 
comienzan a dar la vuelta olímpica.


La vuelta olimpica merecida por los heroes rojos.


“Independiente le debe ese título a Pastoriza”. ¿Quién lo dijo? Miguel Oviedo, uno de los titulares de aquel equipo cordobés, que por lesionarse en la semi ante NOB tuvo que vivir la definición desde la platea. “Recuerdo que el “Pato” les decía a los jugadores de ellos “Vayan y jueguen, sean hombres y ganen el título”, aún cuando las circunstancias para ellos eran muy desfavorables. Se puso en la boca del túnel y mandaba adentro a los muchachos que se querían ir al vestuario”. Finalmente, el zaguero (tercero de los hombres de la “T” que integró el plantel campeón mundial, como Galván y Valencia) cerró su recuerdo diciendo que ese equipo no estaba preparado para lograr el título. “Íntimamente yo sentía que no estábamos preparados para ganar el campeonato. Incluso a pesar de que estaba todo para nosotros e inclusive ya se habían elaborado los festejos… fue una gran desilusión, porque no culminamos todo lo que dio ese equipo de Talleres que movilizó a todo el interior del país”. 


A pesar de la enorme tristeza, la gente de Talleres tuvo la hidalguía de aplaudir a sus vencedores (más allá de que a lo largo de los 180 minutos los contendientes no se pudieron sacar ventaja). 

Barreiro nunca volvió a dirigir. Por acción y omisión había dejado a la “T” en las puertas de la gloria, pero los cordobeses no pudieron imitar a Central y Newell´s, los rosarinos que en esa década lograron dar una vuelta por vez primera, para hacer justicia con el tanta veces vapuleado fútbol del interior. 

Con ese empate que fue derrota, la ilusión de Nuccetelli de llegar a la AFA comenzó a morir. Paradójicamente, el título terminaría posicionando a un casi “desconocido” Grondona en la primera línea de dirigentes del fobal criollo. Hábilmente, el ferretero fue ganando posiciones en los meses previos y posteriores al Mundial 1978… y en abril del ´79 alcanzaría la presidencia de la AFA.


Independiente, por su parte, se sacó la mufa que lo perseguía a nivel local y le permitió a un grupo de jugadores -que repetiría el logro en el siguiente Nacional- dar la primera vuelta olímpica de sus vidas y a otros como Bochini, Bertoni y Galván, sacarse la espina en lo relativo al torneo de Primera División, luego de tanta gloria americana. Con la que fue una de las mejores hazañas de su historia sin dudas.

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LA FICHA DEL PARTIDO

Talleres: Guibaudo; Astudillo, Luis Galván, Binello, Ocaño; Reinaldi, Ludueña, Valencia (Syeyguil); Bocanelli, Bravo, Cherini. DT: Roberto Saporiti.
Independiente: Roberto Rigante; Rubén Pagnanini, Hugo Villaverde, Enzo Trossero, Osvaldo Pérez; Omar Larrosa, Rubén Galván, Ricardo Bochini; César Brítez (Mariano Biondi), Norberto Outes, Pedro Magallanes (Daniel Bertoni). DT: José Pastoriza.

Gol en el primer tiempo: 29m. Outes (I). En el segundo tiempo: 15m. Cherini (T), de penal; 29m.
Bocanelli (T); 38m. Bochini (I).
Expulsados: Enzo Trossero, Rubén Galván y Omar Larrosa.
Arbitro: Roberto Barreiro

nunca mas dirijio un partido.


Campeón: INDEPENDIENTE (Avellaneda – Provincia de Buenos Aires)

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